sábado, 13 de noviembre de 2010

Adiós Mr. Berlanga



Hoy me he despertado con la noticia de la muerte de Luís García Berlanga a los 89 años y no esperaba que mi reacción fuera sentir un escalofrío por todo mi cuerpo, ni tener la piel de gallina durante unos segundos. Mi reacción me ha sorprendido porque, aunque es verdad que he disfrutado y admirado las películas de este director, nunca llegué a considerarle uno de mis favoritos. Pero supongo que, de repente, me habrán venido a la cabeza imágenes de Bienvenido Mr. Marshall, Plácido, El Verdugo, La Escopeta Nacional o La Vaquilla, por hacer un rápido resumen de su filmografía, y habré sentido a la vez todo lo que disfruté viéndolas.

Recuerdo escuchar el nombre de Berlanga desde que tengo uso de razón. Berlanga es el mejor cronista cinematográfico de la realidad cotidiana. Inventó un género, un estilo único y característico basado en retratar las miserias, los sueños y las decepciones de la sociedad española, especialmente de la clase media. Todo lo hizo con ironía y cariño, al principio con el apoyo de Miguel Mihura, más adelante y para siempre, con Rafael Azcona. Berlanga es tan importante dentro de la historia de nuestro cine y de la cultura española en general, que incluso dejó huella en el lenguaje mismo. Dos palabras derivan de su apellido. Una, berlanguita, hace referencia a una pequeña grúa donde montar la cámara y a un operador, tan presente en sus rodajes que adquirió su nombre. Y dos, berlanguiano/a, que ha trascendido el uso cinematográfico para incorporarse al vocabulario de cualquier persona que quiera describir situaciones esperpénticas y caóticas, en un entorno coral en el que los personajes se ponen en evidencia. Es decir, un retrato fiel de la vida de este país que supo ver en la realidad y llevar a su cine con una maestría equivalente a la que tuvieron Quevedo o Valle Inclán con las letras para diseccionar la personalidad del pueblo español, haciéndonos ver que no cambiamos por mucho que pasen los siglos.

El maestro Berlanga se ha ido de verdad. O no del todo, porque ya sabemos que la magia del cine incluye la inmortalidad. Desde aquí mi pequeño recuerdo a un director que ya era leyenda en vida. En su honor y como sentido homenaje, me voy inmediatamente a ver El Verdugo y La Escopeta Nacional, para volver a sonreir en cada secuencia y cuando escuche de nuevo el imperio austrohúngaro. Descanse en paz, señor Berlanga.