Si tuviera que elegir una sola canción para la banda sonora de mi vida, sería “Pájaros de Barro”, de Manolo García. Puede que la haya escuchado un millón de veces y que sea la canción que más asocie a muchos de los momentos importantes de mi vida. Incluso recuerdo el lugar en el que la escuché por primera vez, un garito de Coslada en el año 1998.
Cada vez que escucho las palmas del inicio se me pone la piel de gallina, normalmente acompañado de un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. En realidad, esto me pasa en varios momentos de la canción, y no importa que la escuche varias veces seguidas, siempre me pasa igual.
Es una canción mágica, bonita y triste, que me llena de melancolía pero a la vez me llena de energía porque me ayuda a repasar una gran parte de mi vida. Me ayuda tanto a recordar como a olvidar siempre que quiero. Cuando necesito sentirme bien la escucho y la canto. Y siempre que acaba la canción me parece que alguien acaba de susurrarme al oído palabras de ánimo.
Hoy he vuelto a tener sentimientos encontrados relacionados con el paso del tiempo, con el control que creemos tener sobre nuestras acciones y nuestro destino, y sobre las supuestas “parejas de nuestras vidas”. Así, todo mezclado, y sin limón ni sal.
Algún día seré capaz de exponer mis opiniones en público sobre estos temas, pero hoy no, no me saldría nada coherente. Suponiendo que se pudiera escribir algo coherente sobre estos temas. Por todo eso hoy he vuelto a recurrir a esa canción. Ha vuelto a funcionar, creo… O no, no lo sé, hoy estoy muy poco seguro de lo que pienso...
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