sábado, 14 de marzo de 2009

Una sensación

Una sensación, una corazonada, un impulso o como se quiera llamar, me hizo ayer por la tarde acercarme hasta Madrid, meterme en un Vips y encontrar un libro con frases y diálogos extraídos de escenas de amor de películas. El libro lo vi por casualidad, rebuscando en los estantes para pasar el tiempo, aunque cada vez creo menos en las casualidades. Prefiero pensar que llegué allí y que encontré ese libro por alguna razón. No digo que yo lo atrajera, que puede ser, pero estoy seguro de que no fue por casualidad. Estaba allí, escondido en un rincón, resguardado sin llamar la atención, entre otros dos ejemplares iguales esperando que alguien lo descubriera. Cogí uno, lo abrí al azar y leí el texto de la película que apareció.
“Mira, te garantizo que habrá épocas difíciles, y te garantizo que, en algún momento, uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo, pero también te garantizo que si no te pido que seas mía me arrepentiré durante el resto de mi vida; porque sé en lo más profundo de mi ser… que estás hecha para mí.”

Mientras leía estas líneas, mi cuerpo se estremeció, mis ojos se humedecieron repentinamente, inesperadamente. Estas líneas me habían producido un shock repentino y se presentaron sin aviso recuerdos y sentimientos que creía controlados. Sabía que no estaban olvidados pero pensaba que estaban guardados en una cajita, escondida, de difícil acceso. En cambio, leer esas palabras hizo saltar la cerradura de esa caja de Pandora que esconde esos sentimientos que nos hacen sentir vivos. Esta es la magia del cine y, sobretodo, del amor. Cuando oyes estas cosas en las películas recuerdas momentos de tu vida parecidos o anhelas que te ocurra algo similar. Echas de menos a aquella pareja de la que estabas enamorado y que no funcionó. La mayoría de las veces, ya no recuerdas los motivos por los que aquello no funcionó, simplemente te emocionas recordando los momentos bonitos, íntimos, de los dos. Cuando estás viendo una película, especialmente en la oscuridad cómplice de la sala de cine, en cualquier momento puede desbordarse el río de sensaciones, de sentimientos, que todos guardamos dentro, casi escondidos para que nadie piense que somos débiles, que no hemos superado el dolor que nos produjo aquella relación o para que nadie crea que la vida nos resulta difícil.

Me encantan las películas de amor. O cualquier escena de amor en la que se expresan sentimientos pasados, presentes o deseados para el futuro entre dos personas. Ya puede ser una comedia romántica, un drama o una pausa para un beso entre dos escenas de acción. Estoy convencido de que el amor es el motor del mundo, la fuerza que lo mueve. Creo que esto también lo escuché por primera vez en una película.

Después de moverme todo por dentro al leer el texto de la película anterior, cogí aire y abrí el libro por otra página. Intuía que iba a leer algo que volvería a agitarme. Lo que leí me emocionó, se me saltaron las lágrimas, allí, de pie, en medio de la tienda, incapaz de detenerlas, sin importarme si alguien me estaba viendo o no. Enseguida me di cuenta (en realidad ya lo sabía) de que no tenía tan superado lo nuestro.

“Prefiero haber olido una sola vez su cabello, un beso de sus labios, una caricia de su mano, que toda una eternidad sin ella. Una vez.”

Acababa de leer exactamente lo que yo pienso sobre haberte conocido. A pesar del dolor que me produce no estar contigo, prefiero haber sentido tantas cosas a tu lado, que no haberlas sentido nunca. Sobre la utilidad que tiene seguir enamorado de ti, de eso, hablaremos otro día…

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